(De Suzanne Scurlock, CMT, CST-D)
En los años transcurridos desde que el Dr. Upledger dijo esas palabras sobre la intención y su poderoso papel en la Terapia Craneosacral, se ha escrito mucha literatura que confirma el poder de la intención y de permanecer sin expectativas cuando se facilita el proceso de curación de otra persona.
¿Qué optimiza la capacidad del cuerpo para sanar? ¿Cómo podemos nosotros, como facilitadores, ayudar a que la inteligencia celular interna despierte y se expanda?
Primero, hemos de reconocer y confiar en que la capacidad de sanar está dentro de cada uno de nosotros.
A continuación, mantener la mente abierta y reconocer que las capacidades mentales y la educación son secundarias a este diálogo de sanación interior que se enciende cuando un terapeuta profundamente presente se conecta con un cliente/paciente desde un lugar neutral y sin expectativas.
“Presencia Terapéutica” es como se llama esto. Se define como la capacidad de mantener un espacio de curación para otro, con nuestra forma de ser tranquila y centrada. Es una cualidad del ser, una relación que se siente como curativa, estable y segura.
Esto significa que el terapeuta debe hacer todo lo necesario para sentirse internamente estable, claro y tranquilo (y neutral) dentro de sí mismo.
Uno de los mayores regalos que nos dio el Dr. Upledger fue enseñarnos a confiar en nuestra inteligencia celular interna (nuestro Médico Interno, según sus términos) y el mandato de aprender a conectarnos con él y seguirle sin dudar.
Permanecer fusionados, mezclados, y neutrales es fundamental para que el Médico Interior del paciente pueda tomar el asiento del conductor. De eso se trata todo esto.